Cumpliendo sueños .. disputar un Mundial por Ana Rocandio y Juanjo.
Después de 2 añitos sin pisar nuestro paraíso andorrano por fin volvíamos a la que ya consideramos nuestra segunda casa. Vallnord Bike Park fue el lugar donde empecé a practicar hace ya 8 años por primera vez el descenso, deporte que conocí gracias a Juanjo y que me enganchó desde el primer momento. Todo lo que ha conllevado después y la gente y experiencias que he vivido merecen otra crónica en profundidad que algún día me lanzaré a escribir. El ansia de montar era de 10 sobre 10 y la ilusión de que mi Saracen surcara por primera vez los circuitos era más que destacable. Nervios de niña pequeña como siempre.
No me quiero extender mucho con mi estancia porque quiero cederle el turno a Juanjo relatando su experiencia pero puedo decir que he disfrutado de la bici como pocas veces, he superado obstáculos (dobles de pequeño tamaño y algún cortado) que no me creía capaz, he sentido que me acerco un poco más al nivel que tiene mi bici aunque me quede muy lejos sacarle todo el rendimiento que tiene.
Feliz, feliz, tan feliz de haber compartido este intensísimo viaje con mi peque Juanjo y con amigos y familia del Dh que han hecho que esta experiencia sea de las mejores de mi vida y que el descenso sea grande pero mucho más compartirlo con ellos. Esta vez era el turno de Juanjo y de todos los amigos que iban a competir en el Campeonato del Mundo Master. Aquí os dejo su experiencia:
Cumpliendo sueños
Este año comenzaba con una buena noticia: ¡Los mundiales de veteranos se celebrarían en Vallnord! Un reto muy apetecible al que le tenía ganas y siendo tan cerca era obligatorio asistir. Ana y yo logramos cuadrar las vacaciones y en ese mismo momento me inscribí. Muchas dudas y miedos y muchas ilusiones se han ido alternando durante los meses previos. En junio fui a correr la Maxiavalanche que comparte algún tramo con el trazado del circuito del mundial y ya me ponía nervioso… Conseguí un tercer puesto en M40 Challerguer y la motivación se disparó. Muchísimas ganas de hacerlo bien en los mundiales. Me apunté al gimnasio, compré cubiertas, casco, guantes pastillas de freno, suplementos alimenticios, etc. Todo muy “pro” para no tener excusas. Aun así casi se arruina todo un domingo en La Pinilla por una caída muy tonta pero en la que me hice bastante daño. Superbajón. Unos días de convalecencia y parecía que, al menos sobre la bici, no me molestaba mucho. Subidón con moderación.
Comenzamos las vacaciones con unos días en la playa que me vinieron muy bien para descansar y relajarme. Vuelta a casa, cambio de maletas y partimos hacia Andorra. Nos esperaban diez días intensos de Bikepark con un campeonato del mundo de por medio. Llegamos el viernes por la tarde y tras una cerveza de bienvenida subimos a Pal. Ya se notaba el ambiente del mundial. Muchas autocarabanas y furgonetas, todo el vallado de la carrera, circuitos encintados, rampa de salida… Esa noche ya empezaron a aparecer los nervios previos a un gran evento. Consciencia de cercanía. El sábado montamos por el Bikepark disfrutando de los circuitos sin presiones y con muy buenas sensaciones. Ana hacia dos años que no estaba en Vallnord y esta vez lo hacía con su nueva Saracen. Nada que ver. Feliz con el cambio. Fue un gran día de reencuentro con nuestro Bikepark favorito. Por la noche cenamos con algunos Master y cambiamos impresiones entre sidra y chuletones. Mientras tanto nuestros compañeros riojanos llegaban a Andorra para unirse al mundial. El domingo recogimos los dorsales felices como niños con zapatos nuevos y gozamos de otro día estupendo de Bikepark pero acabando un poco más temprano para echar un vistazo a pie al circuito del mundial.
Qué decir, bestial, total, brutal, sensacional, acojonal… Un circuito no demasiado complicado pero muy selectivo en cuanto a errores y muy muy físico. Mi jugada estaba cara: Encontrar mi trazada, encontrar mi ritmo y no arriesgar demasiado. El lunes daban comienzo oficialmente los entrenamientos del mundial. Ya estaba cansado de los dos días anteriores y en un circuito tan duro se paga. Me fue imposible hacer una bajada entera. Los antebrazos me ardían y tenía que parar al menos dos veces hasta llegar a meta. El terreno estaba en condiciones inmejorables, lástima que durase tan poco. Llegaron el polvo y las roderas rápidamente. Solo hice cuatro bajadas buscando buenas trazadas a sabiendas de que iban a cambiar a medida que fuese bajado la gente. Aún así, incautos de nosotros, hicimos unas bajaditas por otras pistas para “relajarnos”… El martes era el segundo día de entrenamientos y el definitivo antes de la manga clasificatoria del miércoles. Comencé el día sin poder bajar el circuito entero sin parar pero poco a poco me fui encontrando más fuerte y al final hice una entera. Lo peor ya estaba superado. Ahora tocaba descansar para clasificar lo mejor posible. Pero antes una buena puesta a punto de la bici. El miércoles tocaba madrugar un poco para hacer una bajada de calentamiento antes de la clasificatoria.
Tras un buen desayuno típico de bufet de hotel todo se ve de otra manera. Las trazadas han ido cambiando y muchas zonas están cada vez más complicadas. Toca asegurar al máximo. Decido no arriesgar en ningún salto y hacer todas las alternativas. Old school, pegado al suelo en todo momento. Las fuerzas me acompañan y pedaleo a tope en cualquier sito que me lo permite. No cometo errores y me sale la bajada de mi vida. Seis minutos y trece segundos. No es un buen tiempo absoluto pero si muy bueno para mí comparándolo con corredores conocidos de otras carreras. Acabo el día muy contento y deseoso de que llegue la gran final. Al fin llega el jueves, el día en el que se decide todo. La bici está lista y yo he descansado y he desayunado en abundancia. El trabajo está ya hecho, solo queda dar el máximo y hacer un buen tiempo. No somos profesionales y los podios nos quedan muy lejos pero si no sale bien que no sea por no haber hecho todo lo posible. Hago una bajada de calentamiento para ver posibles variaciones de las trazadas. El circuito está más roto cada vez y cometer fallos es cada vez más fácil. Bajar fluido sin buscar el límite y pedalear a tope sigue siendo mi mejor estrategia. El juez me da la orden de salida y salgo cauteloso. La zona de arriba tiene menos inclinación y me da la opción de pedalear a gusto para recuperar en lo que pueda algunos segundos perdidos en las alternativas. Las trazadas están bien estudiadas y van saliendo bien. A mitad de circuito comienza a ponerse todo más vertical y cometo algún fallo pero de poca importancia. Cuanto llego al tramo más inclinado noto que los frenos no me retienen como debieran y entro en las trazadas más rápido de lo esperado. Aguanto como puedo y voy librando zona tras zona. La adrenalina se me dispara en cada curva, en cada escalón, en cada obstáculo que voy superando a más velocidad que nunca. Saliendo del bosque llega la meta enseguida y miro mi tiempo de reojo: ¡seis minutos clavados! Salto de alegría y grito como si hubiera hecho un podio. Son trece segundos menos que en la clasificatoria. Al final el veintiséis del mundo en Master 40-44. Estoy muy muy contento. Las cosas han salido bien y estamos enteros, qué mejor recompensa para nosotros los simples mortales del DH. Ahora tocaría descansar no creéis… Pues no fue así. Seguimos montando el viernes y el sábado hasta el agotamiento. Han sido ocho días seguidos de bici. Los más duros y placenteros de mi vida. Qué mejor que una buena cena y un poco de fiesta para rematar estas maravillosas vacaciones. ¡Vivan los chupitos! Locura, risas y desvarío nocturno con los amigos como broche final perfecto. Puedo asegurar que han sido las mejores vacaciones de mi vida. Gracias a todos los que habéis hecho que sea así. ¡Nos vemos en la montaña!
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