VI Trofeo Castro Barbudo – El XCO Pinball por Pirucho Pequeno
El XCO de Castro Barbudo con su recorrido extra-técnico, es esa cita del calendario que no deja a nadie indiferente, o lo amas o lo odias. Combina rampas exigentes con descensos muy técnicos, su trazado se podría describir como una trialera sin final, te convierte en la pelotita plateada del pinball.
Edición tras edición he sido testigo de cómo los corredores llegan, se enfunda en su traje ciclista, se van a dar una vuelta de reconocimiento y al regreso se ponen el chándal, vuelven a colocar la bici en el Thule y se van a casa sin correr. Los que se quedan y compiten aseguran que el trazado no tiene nada, que no es peligroso… pero… ,siempre hay un pero, no permite fallos. El año pasado, harta de no entender cómo podía existir dos versiones tan contrapuestas de la misma carrera, decidí verlo por mi misma. Estuve allí, a pie de los saltos, apoyada en la piedras que salpican todo el recorrido y agazapada entre el millón de acacias que conforman su telón de fondo. Sigo sin entenderlo, es cierto, el circuito no tiene nada que no haya visto antes pero aun así solo pisarlo sabes que el más mínimo fallo lo vas a pagar muy caro. No se, puede ser que lleguemos al autocross de Taragoña condicionados por las historias para no dormir…los puntos en la cara de Carlos Canal, el K.O. técnico de Nando Guerra, aquel chaval que se abrió la rodilla antes incluso de tomar la salida, son las anécdotas que llenan el viaje hacia Rianxo. Puede que unas cuantas ediciones más sin percances comience a disipar la siniestra niebla que rodea este evento y el Trofeo Castro Barbudo consiga deshacerse de su mala fama.
A todo lo anterior, se le sumó los aguaceros de la presente edición, sufrimos un dia desapacible donde los hayan, frío, lluvia a mares, con fuertes rachas de viento.Frente a las condiciones climáticas, los árbitros, sabiamente se decantaron por reducir el número de vueltas. Los paraguas rompieron y los impermeables terminaron por calar, nada paraba esos chaparrones. Y en el medio de tanto drama, los ciclistas, calados hasta lo huesos, con sus ropitas de licra ceñida, mojadas y frías, pegada al cuerpo. Pero nunca sin perder la sonrisa, felices por tener la oportunidad de correr en ese dia de perros. Orgullosos al terminar su carrera, y yo más orgullosa de tener el privilegio de retratar su hazaña.
Esta es una pequeña selección de todas las imágenes que ofreció la tarde de sábado.
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Nos vemos de nuevo en un circuito de estreno, dentro de las fronteras de la parroquia de Coiros, ¿que nos tendrán preparados los Caimanes de Betanzos?.
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